Con la renuncia de ayer del todopoderoso ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, se despeja el escenario presidencial colombiano. Si el presidente Álvaro Uribe se lanza por tercera vez consecutiva y logra que se apruebe en el Congreso un referendo a su favor -lo que a todas luces puede ocurrir, pues Uribe goza de un 70% de popularidad tras seis años de mandato- no hay nada que le impida renovar su cargo en 2010.
Por eso Santos, el popular ministro al que favorecen las encuestas en buena parte por sus contundentes resultados en la lucha contra las guerrillas colombianas, fue enfático. Sólo se lanzará a la Presidencia si Uribe decide no postularse.
Para los expertos en opinión pública como Carlos Lemoine, presidente del Centro Nacional de Consultoría, una de las principales firmas encuestadores en Colombia, Santos y el resto de la baraja de candidatos no tiene otra opción que esperar el gesto del pulgar del presidente más popular de la última década.
«El peso de Uribe en el proceso electoral es muy fuerte. Si se mete a la reelección no hay quien lo ataje. O se define o define sucesor. Uribe tiene una cosa que no tienen los demás. Y es que le duele el país», explicó Lemoine a este diario.
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