La próxima vez que crea oír voces en su cabeza, présteles atención. Es posible que no se trate de su imaginación desbocada ni del insoportable estrés tan habitual en nuestros días. Es posible que no sea una vulgar posesión por parte de un puñado de diablillos con ganas de fastidiarle. Es posible que las voces sean de verdad. En realidad, la capacidad para introducir voces ajenas en la mente de otros no es exclusiva de algunos telépatas de Ciencia Ficción sino que la tecnología necesaria para ello está disponible desde hace al menos cuarenta años (probablemente más). De hecho, se ha utilizado en más de una ocasión para llevar a cabo unas, digamos, "operaciones encubiertas" de control mental que, mediante el manejo a distancia de una mente incauta, ha dejado a sus promotores a salvo de toda sospecha. Resulta tranquilizador para el que organiza, por ejemplo, un magnicidio, el hecho de que si detienen al encargado de ejecutar materialmente el asesinato, éste pueda jurar (y hacerlo además con total convencimiento) que actuó de esa manera porque "la voz de Dios (o del Demonio) así me lo ordenó...; créame señor juez, no le miento, su voz me decía una y otra vez lo que debía hacer..." La gran novedad de todo esto es que ahora, además, parte de esa tecnología ha sido puesta a disposición del público -de cierto público comprador, en realidad- para obtener beneficios económicos. Y con total impunidad.
Un ejemplo bastante contundente...Continua
sábado, 23 de febrero de 2008
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