jueves, 27 de agosto de 2009

Podrá la UNASUR contra el Poderio YANKEE? Eso lo veremos en los proximos dias!

UN ATAQUE DIRECTO A LA UNASUR

QUE PRUEBA SU IMPORTANCIA

Julian Licastro. Argentina

 

 

La remilitarización de la presencia continental estadounidense

 

La decisión estadounidense de ampliar su presencia en Colombia a varias bases militares de este país, con el consentimiento de Álvaro Uribe, ofrece un punto panorámico para comprender el avance realizado por la primera potencia global y hemisférica, en los términos de una remilitarización de su influencia sobre América Latina. Obviamente, tal hecho tiene poco que ver con las declaraciones del presidente del país hermano, que ha efectuado una gira extenuante a nivel suramericano, excusando esta cesión práctica de soberanía nacional, con el argumento de la lucha contra el narcotráfico y la guerrilla, contradiciendo sus propias manifestaciones de éxito en ese teatro de operaciones.

 

La realidad es otra y, como lo hemos venido señalando reiteradamente, responde a una estrategia del ala extrema del Pentágono que, en las postrimerías de la administración Bush, repotenció sus tesis militaristas, llamadas así por los analistas norteamericanos que critican la sustitución de la diplomacia civil por la "diplomacia" militar; y la primacía perpetua  de la concepción bélica sobre la política, en el delicado juego de las relaciones exteriores.

 

En rigor, y más precisamente, nuestra región ni siquiera es objeto de la conducción exterior imperial, sino de la conducción interior, lo que atestigua la actividad del general ( r ) James Jones, Consejero de  Seguridad Nacional de EE.UU., quien  viajó a Brasilia para tratar de convencer a Lula de que no es cierto lo obvio: porque el objetivo ulterior de esta maniobra está representando por el espacio geopolítico pleno de recursos naturales de la Amazonía.

 

Para completar la escena, veamos como se ha militarizado inconvenientemente la lucha contra el narcotráfico en México, en "una guerra perdida de antemano", según académicos de Washington, debido a tres razones fundamentales: la masa de adictos norteamericanos que crece; la venta de armas a los sicarios; y el tráfico de dinero ilegal; cuestiones todas que nadie en EEUU., como se ha dicho explícitamente, está dispuesto a interferir desde el Norte.

 

Por último, el reciente golpe militar en Honduras, señala el posible inicio de un nuevo ciclo de intervenciones a gobiernos democráticos sospechados de intentar una mayor autonomía en la región. Porque es imposible imaginar que esta acción, de las Fuerzas Armadas más cercanas al Pentágono, y cuyo territorio nacional fue utilizado en el pasado  para movilizar la "contra" sobre Nicaragua, pudiera haberse concretado sin señales aprobatorias de algún sector de los mandos norteamericanos.

 

 

El impacto en la línea de ruptura regional

 

Sin duda, la remilitarización de la situación latinoamericana empezó, por citar una fecha, el 1º de marzo de 2008, con el bombardeo de un campamento de las FARC en el flanco ecuatoriano de la frontera con Colombia; países que desde entonces no han normalizado sus relaciones. Esas bombas "inteligentes" no lo fueron sólo en el campo táctico destruyendo el blanco asignado, sino también en el marco estratégico; porque abrieron una brecha divisionista sobre dos grupos de países suramericanos: uno constituido por Colombia con el apoyo de Perú, y otro por Ecuador con el apoyo de Venezuela y Bolivia.

 

Todo esto entorpeció fuertemente las labores constitutivas de la Unasur , iniciativa integradora de Brasil apoyada decididamente por Argentina; que sin embargo pudo sortear bien el desafío golpista en Bolivia. En una memorable reunión en Santiago de Chile, la naciente unión afirmó la identidad y soberanía de la región, para solucionar los problemas internos dentro del régimen democrático y "sin ingerencias extrañas".

 

¿Qué pasó entonces en tan poco tiempo, para que en la zona relativamente más pacífica del mundo, plena de gobiernos democráticos y con procesos de integración en marcha, se sucedieran todas estas acciones y gestos que parecen retrotraernos a la época cruenta de la Guerra Fría , que creíamos definitivamente superada? Puede ser que alguna responsabilidad sea nuestra, por los persistentes prejuicios y desconfianzas limítrofes en nuestra América; pero es indudable que esta realidad está siendo  manipulada desde algún centro hegemónico bajo el conocido axioma "divide y reinarás".

 

Al mismo tiempo, revela la fuerte puja interna de poder en los EE.UU., que el ascenso de Barak Obama como primer presidente afroamericano no ha podido amenguar, sino al contrario. Especialmente, cuando éste ha tenido que conceder más poder a la Reserva Federal y Wall Strett en el frente financiero de la crisis, para tratar de dedicarse a los problemas políticos y militares del frente externo; tal cual lo han testimoniado sus viajes a El Cairo y Moscú, para atenuar tensiones con el mundo árabe y Rusia.

 

 

Voces discordantes y voluntades contrapuestas

 

Existen varios problemas y voluntades contrapuestas en el sistema de toma de decisiones de Washington que es necesario conocer, porque de un modo u otro se reflejan en el "gran juego" del ajedrez internacional, donde las piezas son los pueblos cuya supervivencia se expone fríamente, según cálculos estratégicos. En principio, Hillary Clinton a cargo del Departamento de Estado, personifica una opinión distinta en la cuestión del Medio Oriente, asociada a sus tradicionales vínculos con Israel, lo que estrecha el margen de maniobra que Obama requiere para impulsar la necesaria política de  los "dos estados", incorporando a este nivel a la postergada Palestina.

 

Es natural pensar que este conflicto clave para las relaciones de la primera potencia con el gran universo islámico, aún con todas las diferencias y divisiones de éste, retrasa y empantana la salida de las diversas guerras en esa región. Porque hasta en los países más cercanos a EE.UU., la exposición cotidiana de grandes bajas entre la población civil, unifica y acrecienta un sentimiento hostil de incalculables consecuencias futuras, lo que desea evitar el actual presidente.

 

Otra voz discordante es la del vicepresidente Joe Biden, quien fuera el principal aliado demócrata en la preparación y declaración de la guerra en Irak, alentada por la derecha republicana. En este aspecto, siendo titular de la influyente Comisión de Servicios Armados del Senado, recibió la indicación de Bush, con varios meses de anticipación, para trabajar discretamente en este asunto sobre legisladores y creadores de  opinión pública. Es indudable que Obama, después de ganarle a Clinton las elecciones internas, tuvo que avenirse a un pacto con Biden para "facilitar" su participación en los comicios generales. Fue la forma en que "votaron" anticipadamente ciertos círculos de poder, con la intención gatopardista de contar con un reformismo controlado.

 

Finalmente, en lo específico militar, se observa la actividad de los sectores resistentes al cambio, que siguen con sus planes de expansión como si el relevo de Bush no se hubiese producido. Es lo que ocurre con el Comando Sur que, además de mantener la IV Flota navegando por los mares centroamericanos y caribeños con misión "humanitaria", plantea ahora la instalación progresiva de una amplia plataforma territorial para la operación de fuerzas terrestres y aéreas, sobre las áreas andina y amazónica. Esta última, conviene recordarlo, es la principal preocupación estratégica del ejército brasilero, que sabe bien que las corporaciones trasnacionales la consideran insidiosamente un "espacio vacío", por su baja densidad poblacional.

 

Del mismo modo, es fácil percibir aquí una carrera entre los distintos servicios armados, por la mayor participación respectiva en los ingentes recursos concedidos al presupuesto de defensa. Esta pelea burocrática, de enorme impacto económico en el complejo industrial-militar, se ha vuelto más sensible después del colapso financiero de Wall Street. En este sentido, algunos generales y almirantes, que podríamos llamar "nacionalistas", no están muy conformes con los excesos especulativos de la banca transnacional que, con la actual crisis, ha expuesto públicamente los grandes  costos de las guerras preventivas y opcionales que se realizan.

 

 

La preservación del espacio geopolítico propio

 

Integrando los distintos planos de análisis -método elemental para sacar conclusiones operativas- cosa que sin embargo no es frecuente en la acción mediática interesada, podemos sintetizar la confluencia de la crisis financiera de Wall Street de raíz especulativa, y la exigencia económica del Pentágono de raíz expansiva, con la movilización civil de rechazo canalizada hasta ahora pacíficamente por la elección de Obama. Falta saber cuantos objetivos reales de esta movilización se alcanzarán, entre la aspiración masiva al cambio postulado en la campaña electoral y la presión de los grandes poderes establecidos [por eso es tan común aquí la comparación con Kennedy].

 

Por consiguiente, hay que prepararse para los efectos en nuestra región de esta crisis integral del sistema dominante, cuya cúpula no permanece pasiva sino manejando las riendas económicas y militares, para "exportar" sus consecuencias más nocivas a través de la red globalizada a su disposición.

 

Por eso, en el caso de las bases  implicadas, la reacción latinoamericana no se ha hecho esperar y -salvo algunas declaraciones formales de gobiernos que dijeron respetar la no intervención en los asuntos internos de otros Estados y la decisión soberana de Bogotá sobre acuerdos militares dentro de su jurisdicción- existe una clara mayoría de países que se oponen. En este punto, la presidencia argentina ha señalado con precisión la necesidad de disminuir toda conflictividad en la región  y evitar que el tema de las bases en Colombia se convierta en un "factor de perturbación" general.

 

Obama, que siente esta situación en Colombia, junto al golpe en Honduras, son tiros por elevación a su propia gestión, ha aclarado que él no pretende dictar la política a nuestra región;  en otra confirmación de la corrección de su discurso político, no correspondido en el plano de las medidas concretas de ejecución, que se toman en algún lugar del poder. Por lo demás, tenemos aquí una nueva lección para nuestros países que, divididos, fomentarán lamentablemente su dependencia.

 

La creación de la Unasur es importante porque plantea que, entre nosotros, el negocio de la paz es más grande que el negocio de la guerra. Por eso la convivencia entre nuestros países no puede reducirse a la retórica de un voluntarismo  pacifista, que tarde o temprano cedería ante la tentación del belicismo y la intervención directa o indirecta de las potencias.

 

Sepamos que la paz es el recurso estratégico que necesitamos imprescindiblemente para volcar todo nuestro esfuerzo y potencial al desarrollo económico y social, en el espacio geopolítico propio de la unión continental. Ésta es la paz de la integración que nuestras Fuerzas Armadas  deben custodiar, con los medios suficientes para garantizarla.

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